Algunos padres piden ayuda a un terapeuta cuando ya tienen problemas
muy evidentes con sus hijos. Estos problemas suelen fraguarse a lo largo de los
años, pero es posible que no dieran importancia a las señales que se producían. Algunos padres no tienen fe en lo que un
terapeuta les pueda decir. Son escépticos respecto a las pautas educativas que tengan que
ver con la Psicología. Y ante los problemas evidentes es posible que busquen una “fórmula mágica” externa a ellos mismos, para
resolverlos rápidamente.
Por otro lado, la educación no se puede delegar y no se
puede esperar de profesores, cuidadores, etc…que hagan un trabajo que
corresponde a los padres. Pues estos son modelo y referente esencial para los
niños. Los cambios en resultados indeseables, como por ejemplo, timidez
excesiva, agresividad, sumisión, bullying, depresión, fracaso escolar, etc…no
sobrevienen sin que los padres realicen cambios reales en la dinámica familiar.
Y en algunos casos, se requiere de cambios profundos. Sin embargo, no todos los
padres están dispuestos a hacer renuncias o a cambiar su estilo de vida si
fuera necesario. Un motivo puede ser simplemente no querer, o verlo como un
reto demasiado complejo, viéndose incapaces de llevarlo a cabo. No querer ver
la realidad y minimizar los problemas, engañarse y justificarse es algo
a lo que se recurre en estos casos. Además, puede que los sentimientos
de culpa se hagan insoportables y también les lleven a negar la realidad.
Sobre crianza hay buena información
circulando por la red y también hay grupos de ayuda, buenos profesionales, etc…Pero no todos los padres le ponen atención. Me decía una Pedagoga, que al final “los padres que menos lo necesitan” son los
que se interesan, leen, se informan al respecto y los que van a sus charlas.
Se implican y participan activamente en la crianza de los niños, abren
su mente a diversas cuestiones, aplican su criterio, debaten, etc…para que esta
crianza sea la que potencie a los niños.
Para que, en definitiva, crezcan alegres y se conviertan en adultos maduros,
sanos y felices.
Hay algo de vital importancia que quiero destacar al respecto de la crianza y que es clave. Me refiero a ser ejemplo para los hijos. La educación se realiza a través del ejemplo. Por tanto, la clave está en mejorarse uno mismo en su crecimiento personal, mejorar la propia vida y ser feliz. Ésta es la mejor garantía para transmitirles una educación sana. Para educar hay que ser. Educar no es adoctrinar. Educar no es inculcar datos, sino la pasión por descubrirlos. ¿Qué quieres que aprenda?, ¿el victimismo, la queja, la agresividad, la falta de control sobre las propias emociones, la apatía, los complejos, los miedos, la ansiedad…o por el contrario la ilusión, la alegría, la pasión, el sentido del humor, la confianza, aceptar y aceptarse, la amistad, relacionarse satisfactoriamente, el cariño por uno mismo, la capacidad de disfrutar, ser feliz, etc…? ¿Qué valores le quieres transmitir?. Serán los que debas desarrollar en ti mismo. La mejor manera es que el niño observe estas cualidades en sus padres. No vale contarlo. Ninguna inversión es mejor que la que hacemos en nosotros mismos para crecer como personas. Para desarrollarnos en nuestra mejor versión y sentirnos realizados y por tanto, ser día a día más felices. Ver Cursos para el Desarrollo Personal.
Hay algo de vital importancia que quiero destacar al respecto de la crianza y que es clave. Me refiero a ser ejemplo para los hijos. La educación se realiza a través del ejemplo. Por tanto, la clave está en mejorarse uno mismo en su crecimiento personal, mejorar la propia vida y ser feliz. Ésta es la mejor garantía para transmitirles una educación sana. Para educar hay que ser. Educar no es adoctrinar. Educar no es inculcar datos, sino la pasión por descubrirlos. ¿Qué quieres que aprenda?, ¿el victimismo, la queja, la agresividad, la falta de control sobre las propias emociones, la apatía, los complejos, los miedos, la ansiedad…o por el contrario la ilusión, la alegría, la pasión, el sentido del humor, la confianza, aceptar y aceptarse, la amistad, relacionarse satisfactoriamente, el cariño por uno mismo, la capacidad de disfrutar, ser feliz, etc…? ¿Qué valores le quieres transmitir?. Serán los que debas desarrollar en ti mismo. La mejor manera es que el niño observe estas cualidades en sus padres. No vale contarlo. Ninguna inversión es mejor que la que hacemos en nosotros mismos para crecer como personas. Para desarrollarnos en nuestra mejor versión y sentirnos realizados y por tanto, ser día a día más felices. Ver Cursos para el Desarrollo Personal.
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